Fiesta

Muuuuuuuuuuu!!!

Alucino pepinillos con esta noticia aparecida en 20 Minutos. No porque sea una novedad, que no lo es, sino por el transfondo. Ojito cuidao que vienen curvas :D

Diga «buenos días, su caridad» y podrá comprar un cilicio metálico

Las monjas de clausura de San Antón, Granada,  fabrican de manera artesana y venden productos para la mortificación corporal.
«Ave María Purísima». Éstas son las primeras palabras que se escuchan cuando se compra un cilicio (una cinta de alambre de tres centímetros de anchura cubierta de pinchos que sirve para autolesionarse). El artilugio, utilizado por los miembros de la Iglesia católica desde los tiempos de los romanos, sigue en activo.

El convento de San Antón (peteneciente a la orden de las Clarisas Capuchinas de Jesús María) es un buen ejemplo de cómo el paso del tiempo no ha borrado la creencia cristiana de llegar a Dios a través de la mortificación corporal.

Las monjas de este monasterio continúan fabricando y vendiendo cilicios para sufragar sus gastos. Adquirir una cinta de pinchos artesanal es relativamente fácil y sólo cuesta 3,80 euros.

Al saludo de la religiosa el interesado sólo debe contestar «sin pecado concebida» y preguntar con respeto: «¿Su caridad podría ayudarme en un pequeño problema?». Aquí la conversación varía según la necesidad del comprador y del tipo de cilicio que se desee. Los hay de distintos grosores y tamaños, dependiendo de lo habituado que se esté a usarlos o de la clase de pecado a expiar.

El resto de la historia pertenece a la intimidad de la persona y a la de su director espiritual. Normalmente suele colocarse en el muslo o antebrazo. Produce heridas, pero, a cambio, dicen que alimenta el espíritu.

El cilicio era una túnica de tela áspera o de pelo de animal. Su nombre deriva del latín cilicium, una capa hecha de pelo de cabra de Cilicia, una provincia romana del sureste de Asia Menor. En el cristianismo el uso del cilicio llegó a ser muy frecuente para expiar el lujo y la comodidad, prohibidos por el mandato bíblico. Además, el escozor provocado por la textura rugosa de la vestimenta, al emplearse de manera continua, estimulaba la aparición de piojos, lo que incrementaba su incomodidad.


Venga, todos a sufrir, llegar a dios y a alimentar el espíritu. Si, ya sé, que vosotros alimentáis vuestro espíritu viendo cine de barrio, salsa asque-rosa y escuchando el grandes éxitos de leticia sabater, pero eso son gilipolleces laicas, rojas y comunistoides de nenazas. Yo solía alimentar mi espíritu con pienso valenciano de la peor calidad mientras ponía el video con todos los sorteos (del primero al último, 2874359843759843 horas) y en su totalidad, sin cortes ni para publicidad, de la lotería de navidad con los putos niños de los cojones, pero ha resultado ser poco para nuestra madre iglesia. C' mon everybody a Granada. Ya estamos tardando. Yo quiero 50. Y luego hago reventa y me forro. La ostia de dios, vamos.

Muuuuuuuuuuuuuu!!