Irresponsabilidades y barbaridades varias... III

¿Os habéis fijado que cuando una circunstancia tiene algo para ti -un aprendizaje, una pieza de puzzle-, te llama especialmente, te mueve, te pica o incluso te molesta , te jode, o te atrapa?.

¿No os habéis fijado también que cuando una circunstancia te es inútil, o la tienes superada o comprendida, muchas veces la pasas por alto en seguida, o ni te fijas y ni le das importancia... porque no tiene ya nada -o nunca tuvo nada- para ti..., aunque siga pasando alguna vez por delante de tus narices?.

¿Y no os habéis dado cuenta que uno atrae para sí el primer tipo de circunstancias -o transforma otras para que sean de ese primer tipo-, y termina por alejar -o por no meterse en- las del segundo tipo?.

¿No os parece que hacemos esto más o menos conscientemente?. ¿No pensáis que aprendemos por consciencia o por dolor -en muchos casos-?. ¿No creéis que en muchos casos primero puede actuar la consciencia, y si esta no lo hace -en más o menos oportunidades-, llega a veces el dolor como medio de obtener el aprendizaje que te trae esa circunstancia concreta?. ¿No os parece que la consciencia es un medio más suave y sutil -y costoso o difícil- de adquirir conocimiento, que no deja secuelas... y que a una vez adquirido el aprendizaje por esta vía, se te “olvida” y pasa a capas más profundas, permitiéndote simplemente actuar conforme a lo aprendido fluidamente -más aún cuanto más integrado o comprendido esté-?. Y por el contrario, ¿no es acaso la vía del dolor más facilona, más “a lo bruto”...?, ¿no acarrea ésta múltiples secuelas y una atención o miedo constantes por evitar el daño en próximas ocasiones... que se terminan marchando o sanando cuando incorporas la consciencia finalmente al proceso...?. ¿No tenemos que terminar siempre en la consciencia, aunque a veces con el necesario empujoncito -o empujonazo- del dolor?. ¿No resulta positivo olvidar los aciertos y acordarse bien de los errores para no volver a cometerlos... hasta que se conviertan en aciertos por haber tomado consciencia de ellos, con lo cual toca olvidarlos, porque el mecanismo marcha solito y fluido?.

Entonces, ¿por qué no tratamos de darnos a nosotros -y a nuestros hijos- menos dolor?. ¿Por qué no hacemos lo mismo con el planeta?. En mi opinión merece la pena intentarlo con todo nuestro empeño... para no terminar matándonos en nuestro camino -muchas veces tortuoso- de aprendizaje...

Darnos AMOR -en el sentido más amplio, que recoge sin duda a la sabiduría- en vez de inculcarnos miedo, a nosotros mismos y a los que nos rodean, a mi parecer es transitar el camino de la consciencia -de la salud global... y en último término, de la supervivencia-...