Me como una y me cuento veinte

Quiero comenzar este artículo dándome un gran capricho:

Esta mañana me he desayunado con una historia verídica que quiero comentar con vosotr@s

No sé si os pasará igual pero la frase es rara de narices. Es una mezcla de canibalismo egoísta con el más puro narcisismo epicureísta. Y que conste que he comprobado que la expresión es totalmente correcta. Yo lo floto, de verdad. I allucinate little cucumbers, que diría mi tío Sam de EE.UU.

Bien pues Esta mañana me he desayunado con una historia verídica que quiero comentar con vosotr@s y que quiero dejar aquí escrita para hacer feliz a un hombre visionario que, según la oyó, pensó: Esta historia es digna de internet. Querido Karl, este post te lo dedico.

Y la historia VERÍDICA es la siguiente:
Un hombre, llamémosle Eustáquio (y por qué no, pongámosle cuadraditos en la cara para que nadie le reconozca) vive en un chalet. Y como todo ser chaletero que se precie tiene un animalito, un estupendo perro. Y es que no sólo hace compañía a su dueño sino que, además, cuando llega a casa, trae magníficos trofeos: pájaros, ratones e incluso ratas que habrían hecho las delicias de V, Los Visitantes. Nuestro perro es todo un cazador!

Sin embargo, nuestro Eustáquio no ve las hazañas tan prodigiosas, no, más bien las ve como una repulsión total que le deja el felpudo hecho un asco. Eustáquio siempre regaña al perro porque no quiere animales muertos en su casa, dice que ese tipo de animales no entran en su dieta.

Llega un nuevo vecino a la urbanización. Y por supuesto, también es buen chaletero y tiene su animalito: un precioso gato (digamos persa, digamos cualquier otra raza de esas que son "preciosas"). Y a los pocos días, Eustáquio llega a casa y se encuentra al perro más contento que ese otro can al que le tocaba la bonoloto. Llega al felpudo y ¿qué se encuentra? al gato muerto. Sí, el mismo gato, el del vecino. Todo lleno de babas y barro...
-Menudo meneo ha tenido que llevarse el pobre gato -comenta Eustáquio-. La madrequeparió al perro, ahora que hago?
Así que se arma de coraje y valor y mete al gato en casa. Lo lava, le quita todo el barro, le seca con secador (no sabemos si utilizó maquillaje forense, este dato quedará en suspense) y lo deja impecable, bien arregladito, y cuando nadie le ve, va al chalet del vecino y deja al gato cerca de la puerta.
-Así pensará que ha sido una muerte natural o algo parecido - opinan Eustaquio y sus dotes deductivas.

Van pasando las semanas y un día, Eustáquio se encuentra con su vecino.
-Hola Vecino.
-Hola Vecino, qué tal.
-Oye, Eustaquio, en esta urbanización pasan cosas muy raras, no?
(nuestro amigo acojonado) - Eh... mm... por qué? por qué dices eso? a qué te refieres? ¿?¿ (gotas de sudor everywhere).
-Hombre, pues porque el otro día enterré a mi gato y a los pocos días me lo encuentro en la puerta todo limpio y aseado...


Y es que hay algunos perros que parecen creados a imagen y semejanza de los humanos. No, más bien, hay algunos humanos que se parecen a este perro. Y a muchos te los encuentras en la discoteca el sábado. Eso sí, sin el tablero del parchís...